Seguramente tanto desprecio y repudio de todos aquellos a quienes me encomendaron obedece a la terrible iniquidad en mi contenida, porque ninguna persona de bien puede menos que sentir aborrecimiento de un relato pormenorizado de un horrendo crimen impune, así que ya sin esperanza de acercarme a un ideal de justicia o de venganza (si es que son diferentes) arrumado con otros miles iguales a mí, espero pacientemente la implacable mano del verdugo descongestionador que pronto escribirá sobre mi el último y definitivo punto final.
Teceo
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