miércoles, 5 de diciembre de 2007

OBSESIÓN

Fui hoy a visitarla. Estaba muy nerviosa. La mirada perdida. Sus palabras incoherentes sólo balbuceaban el miedo hacia unos ojos negros que empezaron a mirarla todo el día en su jornada laboral, desde que iniciaba hasta que la terminaba. Aún en la calle su obsesión la incitaba a pensar que la seguían. Hablé con su médico acerca de su estado. Me comentó que sus temores, sus miedos, empezaron a aflorar como en una danza sin fin desde que descubrió, según ella, unos ojos grandes, muy grandes, negros, cansados, ya viejos, de pobladas cejas negras, que no dejaban de mirarla en una forma inquisitiva, persistente, pero no decían nada. Salí muy triste de ese desolado lugar donde dejaba a mi amiga; obsesionada con sus grandes ojos negros que la seguían, la seguían... Me dirigí a su lugar de trabajo a sacarle unos documentos de importancia. Al llegar al edificio, al frente de su oficina; encontré los mismos ojos negros; también me miraban, colgados desde una pared...
LUZ ELENA MONTOYA

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